Es curioso. En el único lugar de Tegucigalpa donde huele a podrido es frente a la embajada de Brasil, donde Manuel Zelaya y unas 60 personas se refugian desde hace casi 15 días. La vida en el interior de la embajada no es fácil. Duermen en el piso sobre cartones, hay un solo baño para todos. La comida llega en mal estado, abierta y baboseada por los perros de los militares.
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