[c&p] La mañana del 18 de mayo de 1980, el vulcanólogo David Alexander Johnston se encontraba apostado a unos diez kilómetros de la cima del monte Saint Helens, cuando observó que la ladera norte se empezaba a desplazar. Desde su puesto de observación, Johnston fue el primero en dar la voz de alarma: "¡Vancouver! ¡Vancouver! ¡Ahí lo tenemos!” – anunció desde su terminal de radio. Fueron sus últimas palabras.
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