Un ingeniero fue llamado a arreglar un supercomputador muy complejo valorado en 12 millones de dólares. Sentado frente a la pantalla, oprimió unas cuantas teclas, asintió con la cabeza, murmuró algo para sí mismo y apagó el aparato. Procedió a sacar un pequeño destornillador de su bolsillo y dio vuelta y media a un minúsculo tornillo.
|
etiquetas: trabajo , profesionales , valoración , saber