En enero, cuando todavía los domingos no apetece salir y hace frío fuera, lo mejor es una novela de esas gigantescas. Por ejemplo, Casa desolada, de Dickens, en la nueva y cuidada edición de Alba. Es extensa, pero ya el comienzo, con la neblina densa de Londres, suscita un gozo que la historia de Summerson en busca de su identidad acrecienta...
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