El papel de Gabriel, de 19 años y quien según los psicólogos italianos se ha situado en la versión de la madre -la mujer «maltratada» a la que él «debe salvar»- y vive con ella en Granada, fue clave en la resistencia del menor a irse con su padre. Según fuentes presenciales, el joven se negó a abandonar las instalaciones del lugar a pesar de que así se lo ordenó la juez, y estuvo constantemente junto a su hermano, repitiendo las denuncias que Rivas, Francisca Granados y su entorno han sostenido durante años.
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