El bebé está en contacto permanente con la persona que lo lleva, sintiendo bienestar y seguridad en todo momento. Esta sensación de protección hará de él una persona segura, cuyas necesidades han sido rápidamente atendidas. Cuando un bebé marcha en un carrito, no siente a la persona que lo lleva y se siente solo. El fular por el contrario, refuerza el vínculo afectivo entre ambos.
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