Los dos asesinos regresaron a su país natal. Mataron tres veces, partieron en trozos a tres familias, despertaron todos los demonios del racismo soterrado y vergonzoso en El Ejido, pasaron por prisión y regresaron a los lugares en los que habían nacido. Sin ser condenados ni por asomo a las penas que los familiares de sus víctimas, José Ruiz Funes, Tomás Bonilla y Encarnación López hubiesen considerado justas. Uno, Cherki Hadij, realizó el viaje de retorno en el ataúd que dispuso su tía para sus restos y está enterrado en el cementerio...
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