Los vecinos del Raval están muy descontentos con el funcionamiento de la narcosala municipal, que cada día atiende unos 300 drogadictos. Muchos de los drogadictos se inyectan en las calles colindantes en condiciones higiénicas precarias, otros se quedan dormidos en los portales, vomitan y defecan en la vía pública o deambulan por las calles molestando a los vecinos.
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