Sobre el papel, el primer candidato parecía perfecto. Había estudiado en la Universidad de Missouri, con ocho años de programador profesional y se había ventilado sin problemas una prueba preliminar de código. Simon Wijckmans, fundador de la startup de seguridad web C.Side, aún no lo sabía, pero acababa de tropezar con los bordes de una audaz operación global de ciberdelincuencia, desplegado para trabajar con identidades falsas y financiar al gobierno de Corea del Norte. Con un poco de ayuda de algunos amigos sobre el terreno, claro.
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