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El Cergayntes de Amenabar o la pulsión narcisista de convertir el cautiverio en espejismo del deseo propio

El Cergayntes de Amenabar o la pulsión narcisista de convertir el cautiverio en espejismo del deseo propio

Estamos ante un ejercicio de exhibicionismo proyectivo donde el director se toma la libertad de convertir la prisión en espejo. Y ese espejo no devuelve la imagen del manco de Lepanto, sino la suya propia, embellecida, expandida y glorificada. Desde el primer plano, El cautivo nos sitúa en un Argel que no existe en ningún mapa histórico, pero que sí habita en el inconsciente cinematográfico de Amenábar: un harem iluminado con luces de neón, eunucos con abdominales de gimnasio, y calífas que parecen haber sido vestidos por Jean Paul Gaultier...

| etiquetas: amenabar , cervantes , lacan

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