Dicen que conocemos mejor la superficie de Marte que las profundidades del océano y probablemente sea cierto. A partir de unos 30 metros de profundidad, el aumento de la presión hace que el nitrógeno, presente en el aire que respiramos durante toda nuestra vida sin ningún tipo de problema, se disuelva en mayor cantidad en la sangre y en los tejidos, afectando al sistema nervioso. El resultado es una especie de “borrachera del buceador”, una sensación de euforia, lentitud o descoordinación que es bien conocida por los buceadores.
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