El paraíso turístico de las Islas Baleares se enfrenta a su espejo más incómodo: el del grifo seco. Mientras el archipiélago se enfrenta a un verano que apunta a cifras récord de visitantes (como ocurre en todo el verano), sus recursos hídricos se desploman a mínimos históricos. La situación es tan crítica, que el municipio de Sóller apenas tiene agua garantizada para 10 días, e Ibiza registra sus peores reservas en una década.
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