Cuando encontré los informes de los psicólogos norteamericanos y británicos me sorprendió mucho, al comparar, las pocas bajas por estrés de combate que habían sufrido los alemanes, a pesar de haber padecido muchos más bombardeos. Esos informes concluían que ello seguramente se debía a que diez años de propaganda nazi les había preparado mejor para afrontar las inclemencias de la guerra, mientras que los ejércitos de las democracias occidentales se vieron incapaces de superar, tan bien como ellos, la situación.
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