Franco, brazo en alto defendía su independencia frente a un comunismo que quería invadirnos, matar a nuestros Obispos y quemar nuestras iglesias. Franco se eximía así de la vergüenza de ser lo que era. Alcaraz, generalísimo de sí mismo, mancha la sangre inocente derramada por el terrorismo, vertiendo sobre ella las críticas dirigidas exclusivamente a su persona y a su gestión.
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