Los banqueros siempre han sido anarquistas, como bien sabía Pessoa. No se dejen engañar por su aspecto respetable, por sus ternos bien planchados o por sus suaves maneras para explicar cómo les sube el ebitda sin que parezca obsceno. Anarquistas fueron los Fúcar, los Wesler, los Rothschild y lo es Botín, que ahora ha descubierto las virtudes de la inteligencia emocional para comprar otros bancos sin hacer mucho caso a los balances.
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