El viernes de la semana pasada, sin trámite, comunicación, orden judicial ni nada remotamente parecido, el gobierno de los Estados Unidos llenó dos aviones de inmigrantes venezolanos detenidos por las autoridades de inmigración y los deportó a El Salvador. Ahora mismo se supone (porque no hay confirmación oficial) que están en una cárcel allí, en un régimen de trabajos forzados. Por no haber, no existe ni una lista oficial de deportados ni una motivación legal explícita más allá de unas declaraciones de Marco Rubio en una entrevista.
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