La mayor paria de la sociedad siempre fue la adúltera, seguida de la prostituta. Sobre aquella caía toda la «culpa» del mundo, que no era otra cosa más que el deseo insatisfecho, la carencia de muchos hombres y muchas mujeres, proyectada en su persona. La adultera era considerada ladrona (por otras mujeres), puta (por otras mujeres y muchos hombres), traidora (por mujeres «decentes» y algún hombre), la enemiga de la estabilidad matrimonial, una criatura satánica en comparación con la inocente prostituta que, actualmente.
|
etiquetas: sociedad , hombres , mujeres