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Tengo tan poca sensibilidad en mis manos que temo al fuego y los cuchillos

Alba Lucía, la mujer a la que le trasplantaron las dos extremidades en Valencia, inicia «una nueva vida». Cada día nos lavamos los dientes. Rutina. Cogemos una taza de café y sentimos su calor, nos mesamos el pelo con los dedos, cogemos de la cara a un ser querido y le damos un beso: «¿Buenos días!». Son gestos que, de tanto repetirse, a menudo parece que carecen de importancia. La tienen. Para Alba son un universo nuevo.

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