El faraón de la cuarta dinastía que mandó construir la pirámide egipcia más alta del mundo, Keops, quiso ser enterrado con un inmenso ajuar funerario. Pero además, ordenó que, en uno de los lados de la pirámide en la que descansaría para la eternidad, se incluyeran cinco barcas solares. Se garantizaba con ello poder ir «navegando» hasta el otro mundo y allí convertirse en un dios.
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De hecho se sospecha que Keops nunca puso una piedra, que solo curraban un montón de trabajadores que trajo para ello.
Total para que milenos más tarde la saquemos nosotros y la pongamos en un museo. Cuantos fastos para nada, las creencias en la magia de los seres humanos, nunca deja de sorprenderme.
No hemos avanzado nada de nada, seguimos igual que hace milenios, que pena todo.
Creencias en la magia, dices. Pues anda que lo de María y la paloma...