Imagínese que se compra una casa a través de una inmobiliaria y cuando va a entrar por primera vez en ella, le han cambiado la cerradura. Menudo susto se llevaría al descubrir que el hogar de sus sueños, que ya está pagando, vive una familia con contrato de alquiler en regla del que no había ni rastro en su contrato de compra venta.
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