El sacerdote católico Geoffrey Farrow ha sido relevado de su puesto al frente de una parroquia de Fresno, en California, por haber pronunciado un sermón en el cual se opuso a la Proposition 8, la propuesta de enmienda constitucional promovida por los sectores homófobos con el fin de prohibir el matrimonio entre gays y lesbianas.
El padre Farrow, que poco antes había revelado su condición de gay
“¿De qué forma se protege el matrimonio cuando se fuerza a gays y lesbianas a vivir vidas solitarias y sin amor?”, continuó Farrow. “Me siento moralmente obligado a pedir el no a la Proposition 8”.
Lo que me extraña es que este hombre siga perteneciendo al clero. Haría mucho más por sus creencias fuera de la iglesia.
Miratu. Y a un cura pedófilo condenado o a un cura encarcelado por delitos de lesa humanidad, crímenes contra la humanidad... no. A esos no se les releva de sus puestos, no.
Por suerte no todos los sacerdotes y monjas son unos estrechos de miras. Lo malo es que los tienen acallados.
Hace unos días mismamente salió un reportaje en la sexta de unas monjas de clausura en la que una comentaba que le gustaría que a la mujer se la tratase igual que a los hombres en la iglesia e incluso que una mujer no debería renunciar ni a su maternidad por ser monja... y que hasta ahí podía leer. No me extrañaría que el episcopado la haya pasado de monja de clausura a monja de hermético después de eso.
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El padre Farrow, que poco antes había revelado su condición de gay
“¿De qué forma se protege el matrimonio cuando se fuerza a gays y lesbianas a vivir vidas solitarias y sin amor?”, continuó Farrow. “Me siento moralmente obligado a pedir el no a la Proposition 8”.
Lo que me extraña es que este hombre siga perteneciendo al clero. Haría mucho más por sus creencias fuera de la iglesia.
Miratu. Y a un cura pedófilo condenado o a un cura encarcelado por delitos de lesa humanidad, crímenes contra la humanidad... no. A esos no se les releva de sus puestos, no.
Por suerte no todos los sacerdotes y monjas son unos estrechos de miras. Lo malo es que los tienen acallados.
Hace unos días mismamente salió un reportaje en la sexta de unas monjas de clausura en la que una comentaba que le gustaría que a la mujer se la tratase igual que a los hombres en la iglesia e incluso que una mujer no debería renunciar ni a su maternidad por ser monja... y que hasta ahí podía leer. No me extrañaría que el episcopado la haya pasado de monja de clausura a monja de hermético después de eso.
A estos sacrdotes no hay quien les entienda.