Son tres asuntos, sin aparente conexión directa, que tienen un denominador común: demostrar la decrepitud de nuestro poder público y la necesidad apremiante de restaurar algo de vigor en el mismo para que el Estado español no termine reducido a ser mera máquina recaudatoria para sostener una administración desvertebrada e incapaz de atender los intereses de los españoles. RELACIONADO >> El desplome bursátil de Bankia: entre la especulación y el tráfico de información privilegiada