Ni pan, ni huevos, ni carne. La primera y acuciante necesidad en el estado de guerra en el verano de 1936 fue la falta de sellos. La segunda ─en el caso de los hombres─ el papel de liar tabaco. Especialmente faltaba timbre de correos, aunque también para pagos a la Administración. Imaginen la angustia de la gente al no poder comunicarse con los suyos. Las cartas eran entonces el medio más utilizado, los teléfonos eran objeto de lujo y también quedaron cortados en la Granada aislada del resto del mundo.
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