Parecía una buena idea. Cuando a Javier Ferrándiz se le ocurrió fabricar en España el primer ataúd biodegradable, un tipo de féretro más ecológico y económico, fabricado a partir de cartón reciclado, jamás pensó que estaba a punto de iniciar una odisea donde las administraciones públicas terminarían por enterrarle bajo una montaña de resoluciones, recursos y expedientes. El emprendedor denuncia el boicot de los lobbys del sector funerario y las importaciones desde China
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