Que Sarkozy reme sin michelines de Photoshop en las páginas de Paris Match o que Putin en Siberia y junto al príncipe Alberto, muestre un tallado busto de atleta contribuye a acentuar la fortaleza simbólica de su régimen. En el imperio de la imagen no hay ya excepciones ni tregua para la carne o el espíritu, la corbata o el bañador, la calvicie, el deltoides, la grasa o la cintura.
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