La pasión romana por las perlas no fue un capricho pasajero. El naturalista Plinio el Viejo documentó esta tendencia en el siglo I d.C., describiendo cómo Lolia Paulina, esposa del emperador Calígula, se cubría con esmeraldas y perlas en la cabeza, cuello y dedos que estaban valoradas en cuarenta millones de sestercios (millones de euros). Esta moda llevó incluso al Senado a promulgar leyes suntuarias para limitar el uso de estas gemas a ciertas clases sociales. Pero la presión simbólica era más fuerte: llevar perlas era afirmar, sin palabras,
|
etiquetas: antigua roma , perlas , símbolo , elegancia , senado , promulgar , leyes