Hasél recuerda que, hace seis años, el Gobierno español prometió derogar los llamados "delitos de expresión", utilizados sistemáticamente para reprimir a artistas, periodistas, activistas y disidentes políticos. Sin embargo, esas promesas no solo quedaron en el aire, sino que la persecución judicial por motivos ideológicos sigue plenamente vigente. Los escándalos recientes que salpican al PSOE, al PP y a otras fuerzas políticas no son más que la punta visible de un iceberg que define el funcionamiento cotidiano del Estado.
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