El verano, que hasta hace muy poco era para casi todo el mundo la estación de las delicias y del placer, ahora es detestado en toda la Península, especialmente por los habitantes de las grandes ciudades, que ya no le piden al verano diversión, descanso, un ligue de playa… sino sólo que pase cuanto antes, con sus temperaturas insoportables. Para los ancianos puede ser literalmente cuestión de vida o muerte.
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