"El único objetivo para arriesgar mi vida era ayudar a que mis padres y mis hermanas pudieran comer", dice el senegalés, pero reconoce que fue duro: "Pensaba que íbamos a morir".
Siempre lo mismo. Cogen a uno entre millones que ha tenido suerte y lo usan de escaparate. ¿Y los que mueren, los que quedan explotados o tirados? Silencio. Europa arruina sus países, luego vende este cuento y encima solo acepta al migrante que “sirve” como ejemplo de éxito. El resto, basura invisible.
El típico mensaje que abre todo el espectro de culpabilidad y vuelve comprensivo el problema.