La UE no tiene ni parece que vaya a tener su propio Google. Aunque el mercado europeo es enorme, está fragmentado por diferencias fiscales, lingüísticas y regulatorias que dificultan el crecimiento de startups a nivel continental. A esto se suma la sobrerregulación, como el GDPR o la DMA, que encarece los costes de operar en Europa, especialmente para pequeñas empresas. Además, hay carencias en educación tecnológica, escasa inversión en capital riesgo y un entorno energético más caro que en otros bloques. Aunque la Comisión Europea ha lanzado p
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