Desde que soy un niño he estado invadido por la cultura comercial televisiva, de prensa y revistas. En los anuncios aparecían la pareja chico-chica que para mí pertenecían a otro planeta. Estos seres perfectos se besaban y sonreían con una dentadura tan blanca que deslumbraba. Cine cinco estrellas, la película de la semana, de la sobremesa, de la madrugada. Harrison Ford. James Bond. Y el gay; el gay nunca tenía nombre.
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