"La falta de fuerza física la suplen con el ingenio, es lo que más me sorprende de ellas", añade Portillo, quien incide en que algunas de sus alumnas ya son jefas y encargadas en empresas. "El miedo a contratar a una mujer fontanera no está en los clientes, que incluso llegan a confiar más en ellas que en los hombres, sino en las compañías, que los prefieren a ellos por una simple cuestión de rentabilidad horaria. A la larga la mujer es más eficiente que el varón en estas labores", arguye el maestro.
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