En un hallazgo que tendrá ocupados a los investigadores médicos, ayer se reveló que la corrupción desatada en el seno de un partido provoca arritmias y desórdenes en el tiroides de sus dirigentes. Rajoy deberá sumar, a las acusaciones rutinarias de tortura, el deterioro que policías y fiscales están causando en la salud de sus huestes. De ahí a una sospecha de envenenamiento a cargo de Rubalcaba sólo va un paso, a falta de saber si las cortinas de humo ocultarán que el PP balear ha conseguido que sea imputado penalmente hasta su jefe de prensa
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