La precariedad laboral, el alto coste de la vivienda, la falta de conciliación, y una percepción creciente de que tener hijos implica una renuncia profunda a la vida personal son algunas de las causas. “No es que no quiera hijos. Es que no puedo. Trabajo con contrato temporal, comparto piso, y si un mes me suben el alquiler, tengo que elegir entre darme algún capricho o ahorrar”.  “Antes tener hijos era parte natural del ciclo vital. Ahora es una opción más, no siempre viable. Las mascotas parecen cubrir las necesidades emocionales y sociales".  
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