En Google, la multinacional estadounidense dueña de YouTube, no dan crédito a lo sucedido. El presidente del Gobierno les ha reventado la exclusiva. La web de vídeos más popular del mundo pensaba presentar en las próximas semanas una sección dedicada a las elecciones españoles en la que todos los partidos podrían alojar sus vídeos. Pero las ansias socialistas por empezar ya a hacer campaña en Internet les ha desbaratado los planes.
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