En 1229, los habitantes de Dunstable declararon que preferían ir al infierno antes que someterse a una disputa por impuestos. No se trataba de mera retórica: su conflicto por los peajes era con el priorato de la ciudad, y fueron excomulgados por negarse a pagar. La excomunión, les habrían dicho durante toda su vida, acarreaba, en última instancia, la condenación eterna. La teología era más matizada, y la absolución siempre fue una posibilidad (incluso póstumamente desde 1198), pero al laico promedio de la Inglaterra del siglo XIII se le enseñab
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