En resumen, Elon Musk ha terminado transformando Twitter en una herramienta personal al servicio de sus fines y de su propio discurso político y, por extensión, en un espacio más de polarización y de radicalización desde donde hace años es cada vez más complicado el entendimiento y el debate lógico. El debate sigue bien presente acerca de si Twitter es un espacio que hay que abandonar y desarrollar alternativas, o si por lo contrario hay que permanecer, o incluso si hay que optar por ambas cuestiones. Sea como sea, Twitter ya no es lo que era.
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