Esas familias disponían en sus pueblos de medios sencillos de supervivencia pero sus niños no morían de frío y hambre. Sin embargo, gracias a los bombardeos indiscriminados del ejército de Estados Unidos y de la OTAN, esas familias corren un riesgo inminente de morir por inanición; el frío extremo y las antihigiénicas condiciones de vida están acabando cada día con sus niños y ancianos.
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