“La moneda única implica una política monetaria única para los países con situaciones económicas muy diferentes: algunos necesitan altas tasas de interés, otros más bajas. Eso genera diferencias brutales que van separando sociedades, en lugar de reunirlas. Países como Alemania tienen diseños heredados de la historia monetaria, que impiden que los bancos centrales presten dinero al estado. La Europa de dos velocidades ya tiene tres. Y así es imposible hacer política de izquierda“.
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