Napoléon decía que por encima de todo quería tener generales con suerte. En los tiempos que corren en la guerra de Irak, resulta mucho más rentable apostar por militares con carisma. El general de cuatro estrellas David Petraeus cuenta con algo de eso: la credibilidad entre la prensa norteamericana de la que carece George Bush. No le viene del cielo. Se la ha trabajado ofreciendo a los periodistas la mezcla perfecta de realismo y manipulación.
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