El rey Olaf II "el Santo" no fue especialmente católico durante su juventud. Con solo once años vivió su primer saqueo vikingo, y durante su adolescencia reunió un grupo de barcos y se lanzó a saquear Europa. "Como un Erasmus un poco bruto", bromea la doctora Irene García Losquiño, cuya investigación sobre la huella escandinava en Galicia le lleva a apuntar una posible conexión ourensana del joven noble vikingo.  
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