Polémicas miopes absurdas. Mientras haya zoos habrá que alimentar sus animales . Y por otro lado, a las mascotas terminales hay que eutanasiarlas.
El debate hay que llevarlo a la ética del mascotismo y de la existencia de zoológicos.
Lo más seguro es que sufriera más el bolsillo de la señora Sohl que el poni. Que además viera cómo la eutanasia con un martillo de perno evidencia que el poni le importaba muy poco, aunque fuera de su hija. Seguramente quería asegurarse que recibiría la deducción fiscal.
El debate hay que llevarlo a la ética del mascotismo y de la existencia de zoológicos.