Lo que vive la automoción alemana, con muy escasas excepciones, es su momento Kodak, su caso Nokia: la disrupción nunca avisa dos veces. Y cuando Porsche reconoce que «el modelo que funcionó durante décadas ya no sirve en su forma actual», no estamos ante una metáfora, sino ante el certificado de defunción de una forma de hacer negocios. España, mientras, sigue fantaseando con la combustión. El país presume de ser el segundo fabricante de vehículos de la Unión Europea, pero aparentemente sigue rezando al dios del diesel.
|
etiquetas: coches , alemania , españa , electrificación