Después de la bacanal romana y con la panza llena, qué mejor que un buen habano. En muchos casos la negociación del contrato acaba ahí, pero en otros muchos, esta persona que conozco tiene que acabar la noche en algún local de alterne de alto copete, pagando 30 euros por una cerveza mientras espera que el futurible cliente baje de donde ha subido. Después de una maratoniana negociación, si el cliente se da por suficientemente untado, y si las comisiones egipcias le parecen correctas, habrá pedido por muchos meses. Pero eso se le está acabando.
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