A raíz del desplome en las ventas de coches en Alemania, las firmas locales de alta gama como BMW, Mercedes o Audi se han lanzado a potenciar su oferta en el mercado de segunda mano con el objetivo de captar nuevos compradores que no pueden acceder a estos modelos salidos de fábrica. Las matriculaciones germanas se encuentran en su nivel más bajo desde la reunificación del país en 1990, lo cual ha llevado a que los coches usados pasen a ser una nueva fuente para obtener beneficios. Sus ventas subieron un 10% hasta mover 8.000 millones de euros
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