El crecimiento urbanístico en zonas inundables y la concentración de población exponen a la metrópolis catalana a un riesgo sistémico sin precedentes, a pesar de las mejoras en infraestructuras. La tragedia vivida en Valencia en 2024 recuerda que la combinación de cambio climático, planificación deficiente y falta de cultura preventiva y de la emergencia puede tener consecuencias devastadoras en todo el arco mediterráneo.
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