Las notas de los violines bailan contra el ruido de las sierras en el Instituto Nacional de Música de Afganistán, un bloque en obras de Kabul que aspira a ser sede de una orquesta sinfónica tras años de silencio y prohibición talibán. "Empezamos desde cero, hace siete años. Sigue siendo difícil atraer alumnos, pero tenemos un proyecto ambicioso y donantes extranjeros que nos ayudan", explica el afable director de la escuela, Mohammed Daud.
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