Una ordenanza de diez artículos en la que se prohíben expresamente las concentraciones en la calle para beber y se impide la venta ambulante de alcohol es la fórmula elegida por el Ayuntamiento de Pontevedra para poner coto al "botellón", un fenómeno que "altera la convivencia ciudadana y que origina un uso "excluyente y abusivo de los espacios públicos".La ordenanza hecha pública ayer establece un régimen sancionador con infracciones leves, graves y muy graves que acarrean multas de hasta 3.000 euros.
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