La culpa es del Madrid DF, de la confusión entre la persona y el personaje, del frenético ritmo, de la exposición mediática, del modo de vida al que supuestamente arrastra la política y hasta del liberalismo… No hay carta de renuncia más delirante, estrambótica y repugnante que la que escribió este jueves Íñigo Errejón para anunciar que deja el escaño y la política. Sabe bien el porqué de esa renuncia, pero prefiere el eufemismo para tapar la realidad. Y lo saben mucho mejor sus víctimas, algunas mudas por el terror que infundía sobre ellas.