Uno de los preceptos éticos básicos del periodismo es no aumentar el dolor de las víctimas. Quiere decir esto, que cuando informamos de hechos altamente violentos, dolorosos y traumatizantes, hemos de hacerlo con la máxima sensibilidad y empatía, sabiendo que probablemente lo leerán ellas o sus familiares, y que lo que escribamos quedará colgado y será comentado y compartido en este mundo virtual para el resto de la existencia. Esto es especialmente relevante cuando se habla de violencia sexual contra las y los menores de edad